jueves, 19 de septiembre de 2013

Jornada

Escuela, Familias y comunidad
Para fortalecer el lazo
entre las familias
y la escuela

En el día de la fecha se llevó adelante la segunda Jornada Escuela, Familias y comunidad" (la primera fué en el mes de Mayo).

Frente a la pregunta de si puede haber formas de cuidado más igualitarias, más
democráticas y más productivas podemos sostener que un punto importante
para organizar otras formas de cuidado pasa, en primer lugar, por reconocernos
como necesitados de cuidado y como dadores de cuidado. Quizás en la cadena
de dependencias mutuas pueda articularse una relación más igualitaria con los
otros: te necesito y me necesitás, y en esa mutua protección es que puede funcionar
una sociedad humana.
El lugar del otro se construye con palabras, gestos, miradas e historias puestas
en común y en este sentido proponer la reflexión sobre el cuidado del otro es
una ocasión para visibilizar aquellas formas de relación, aquellas relaciones de
alteridad que por naturalizadas, puedan ser formas de exclusión, negación y

desconocimiento del otro

A continuación encontrarán el material trabajado con sus docentes:

Comunidad
Franz Kafka

Somos cinco amigos, hemos salido uno detrás del otro de una casa;
el primero salió y se colocó junto a la puerta; luego salió el segundo, o
mejor se deslizó tan ligero como una bolita de mercurio, y se situó fuera
de la puerta y no muy lejos del primero; luego salió el tercero, el cuarto y,
por último, el quinto. Al final formábamos una fila. La gente se fijó en nosotros,
nos señalaron y dijeron: “Los cinco acaban de salir de esa casa”.
Desde aquella vez vivimos juntos. Sería una vida pacífica, si no se inmiscuyera
continuamente un sexto. No nos hace nada, pero nos molesta,
lo que es suficiente. ¿Por qué quiere meterse donde nadie lo quiere? No
lo conocemos y tampoco queremos acogerlo entre nosotros. Si bien es
cierto que nosotros cinco tampoco nos conocíamos con anterioridad y, si
se quiere, tampoco ahora, lo que es posible y tolerado entre cinco, no es
posible ni tolerado en relación con un sexto. Además, somos cinco y no
queremos ser seis. Y qué sentido tendría ese continuo estar juntos. Tampoco
entre nosotros cinco tiene sentido, pero, bien, ya estamos juntos y
así permanecemos, pero no queremos una nueva unión, y precisamente
a causa de nuestras experiencias. ¿Cómo se le podría enseñar todo al
sexto? Largas explicaciones significarían ya casi una acogida tácita en el
grupo. Así, preferimos no aclarar nada y no le acogemos. Si quiere abrir
el pico, lo echamos a codazos, pero si insistimos en echarlo, regresa.




Mónica Torrez

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